La mayor prueba de resistencia

Cuántos docentes a lo largo de su carrera laboral, terminan quejándose de pequeñas dolencias, fatigas y cansancio vocal. Y es que el número de horas que destinan al uso de su aparato fonador es, con mucha diferencia, bastante superior al de el resto de personas.
El docente debe caracterizarse por un aparato fonador resistente, con una muy buena técnica vocal, una buena base respiratoria y por supuesto debe ser consciente de permitirse sus periodos de descanso.
Cierto es que en mis sesiones de formación con docentes, la gran mayoría se queja de falta de tiempo para el descanso. Sin embargo, es tremendamente necesario que cada uno de ellos busquen su momento para el reposo vocal así como el reposo mental y psicológico. El aula y los centros educativos, el cumplimiento de una programación establecida, los horarios determinados, suelen ser aspectos que generan mucho estrés y por tanto un importante grado de tensión laríngea asociado.
Casi como un deportista de élite, el docente debería hacer un trabajo de calentamiento y preparación vocal previo a sus sesiones. Esto es algo que generalmente en los grados de magisterio no se enseña y al colectivo no le queda más que aprender a fuerza de golpes con la propia experiencia de los años.
En general hay estudios que hablan de que los niveles educativos inferiores y las especialidades como pueden ser idiomas o educación física, suelen estar más afectados por este tema que el resto de docentes. Sin embargo en un estudio que realicé en el año 2012 con 81 profesores de primaria y secundaria en la localidad de Almendralejo (Badajoz), obtuve resultados bastante sorprendentes. Y es que tanto de un nivel como de otro o de una especialidad como de otra, el grado de fatiga o cansancio vocal era exactamente el mismo para todos. Lo que sí variaba en algunos casos, era el grado de cansancio físico, que en el caso de niveles inferiores era mayor hacia el final de la semana. En este estudio hice una comparación de la calidad de voz al principio de la semana y al final de la misma, y cuál fue mi sorpresa que los valores obtenidos tras un análisis con un software específico de voz, era que la calidad vocal era mejor al final de la semana que al inicio. La explicación que puedo asociar a esto, es que al final de la semana, las estructuras vocales estan mucho más preparadas al igual que la musculatura del deportista cuando entra a trabajar activamente. Sin embargo la percepción del docente es de mayor fatiga debido al cansancio mental, psicológico y corporal que acarrea.
Es justo por este motivo por el que creo que una preparación calentamiento vocal previo a las sesiones docentes, y un trabajo de resistencia psicológica y de reducción de niveles del estrés (y en este sentido hablo de buscar activamente la calma) podrían evitar posibles disfonías futuras generadas por una mala utilización del aparato fonador.